Fucsia. Lo primero que llama la atención
en el Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi de Bangkok son los taxis fucsias.
Una primera mirada podría advertir que son vehículos exclusivos para mujeres.
Que además son conducidos por mujeres y que el sentido de identificarlos con
este color es para que la pasajera se sienta más tranquila y a gusto. Pero no
es así. El color fucsia es sólo una manera de identificar una compañía, así
como existen otros servicios que se distinguen por el turquesa o el amarillo
combinado con el verde. En esta capital cosmopolita, los colores que más eligen
los lugareños son los vistosos. La gente los usa en las prendas y los combina
con detalles un tanto kitch: Hello Kitties, Superman y Batman.
La imagen de los taxis bien vale para
graficar el espíritu de esta ciudad: aquí todo se consigue variado y al por
mayor. Quien quiera atravesar la ciudad desde el aeropuerto hasta la transitada
Khao San Road podrá sacar un pasaje en el Sky Train y no tendrá demoras con el
tránsito. Quien busque achicar los gastos y no tenga problemas en compartir, tendrá
más de diez variedades de taxis con ofertas para distintos bolsillos, incluidas
las lujosas limusinas blancas. Quien opte por la aventura y no tenga drama en
arriesgar su vida, bien podrá elegir los famosos Tuk Tuk, motos con carritos
enganchados en la parte de atrás (no son sidecar), que tiene capacidad para
hasta cuatro personas menudas y bien apretadas. Esta opción también desafía a
los constantes embotellamientos ya que los conductores saben burlar los
carriles selectivos y se mandan por la izquierda si están cortos de tiempo.
Aclaración: en Tailandia los autos conducen por la derecha.
En el gusto está la variedad y a esto los
lugareños lo saben bien. Quienes piensen visitar el país de pé a pá podrán
darse una vuelta por la calle Rambutti y la guía Loonely Planet original, a 840
wats. Una edición anterior con anotaciones en hebreo (el idioma de su antiguo
dueño), a 250 siendo un buen regateador. No falta la versión fotocopiada: a 480
en la edición no apta para cortos de vista.
Así como las guías, en Bangkok todos los
productos tienen versión original y versión falsificada. Incluso las
identidades. Por 200 wats y en 20 minutos, un falsificador de la calle Khao San
puede hacerte una credencial de estudiante, de periodista o de agente del FBI.
Puede que tengas problemas con estas dos últimas ya son a las claras una copia.
No así con las tarjetas ISIC Card, un calco con la original.
Con la misma lógica, en el mercado de
Chatuchac que funciona sólo los fines de semana se pueden conseguir luces de
colores, orquídeas, jugos de frutos extraños como el Dragon y ropa de las
primeras marcas, pero en versión falsificada. Una ganga.
hermosa nota!!!
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